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30/06/2020

Cinco jóvenes de El Viso hablan de oportunidades en el ámbito rural

Belén, Darío, Paula, Pablo y Pilar

Cinco jóvenes de El Viso de entre 15 y 28 años han querido compartir su visión de la vida en una zona rural y la diferencia de oportunidades para la juventud respecto a la ciudad

Paula tiene 23 años. Actualmente está en la bolsa de docentes. Es maestra de educación primaria, especialista en Francés y está cursando un master en competencias docentes avanzadas y trabajando en el negocio familiar los fines de semana.

“Son muchas las ventajas de vivir en una zona rural; en primer lugar, me atrevería a decir que tenemos mejor calidad de vida, ya que respiramos oxígeno más limpio, no gastamos dinero en transporte público, consumimos alimentos procedentes de la huerta, etc.

Sin embargo, en los pueblos contamos con menos instituciones públicas. Las personas con carrera tienen menos oportunidades laborales, falta tecnología y medios de transporte”.

Sin embargo, se vio obligada a viajar a la ciudad para cursar sus estudios. “Además, muchos de los voluntariados que hice fueron propuestos por la propia universidad”.

Pablo, por su parte, piensa que las principales diferencias entre la vida en una zona rural y una ciudad son los servicios, los transportes, las comunicaciones y la economía. “En una ciudad se gasta considerablemente más dinero que en un pequeño municipio, porque la gente tiene más cerca todos los servicios y el nivel de consumo es mayor”.

Tiene 19 años y estudia el primer curso del Grado de Matemáticas en la Universidad de Sevilla. Su gran afición es la música y ha cursado el Grado Profesional en el Conservatorio.

“En las ciudades hay más empleo, mejores comunicaciones y tecnologías, deportes, etc. En los pueblos estamos más en contacto con la naturaleza, por lo que es otra forma de vida más saludable y menos estresante”.

Darío también habla del ruido, la contaminación y la masificación en las ciudades.

Es un estudiante de 4º de Educación Secundaria y también cursa 4º de Enseñanza Profesional en el Conservatorio en la modalidad de flauta travesera.

“Al querer hacer una carrera, me iré a vivir a una ciudad y podré experimentar realmente en persona la diferencia de vivir en un pueblo y en una ciudad”.

También piensa que en zonas rurales y pequeños municipios hay demanda de trabajo en el campo, pequeños comercios y empresas, mientras en zonas urbanas hay oportunidades de todo tipo, algo en lo que también coincide con Pablo.

Pilar añade que “el hecho de tener que desplazarse para poder disfrutar de esas oportunidades supone un gasto al que no todas las familias pueden hacer frente”.

Ella tiene 28 años y es Agente de Desarrollo Turístico desde hace tres años. Después de acabar el Grado de Turismo pasó dos años trabajando en un pequeño pueblo de Inglaterra.

Destaca la tranquilidad de vivir en el ámbito rural y el trato con las personas. Por el contrario, cree que en las ciudades la oferta educativa es más amplia. “En cuanto a los intercambios, cada vez se están desarrollando más en los centros de los pueblos. Por lo que respecta al voluntariado, tanto el pueblo como en ciudad se puede llevar a cabo; la única diferencia es que en una ciudad siempre va a haber más donde poder elegir”.

Belén estudió Traducción e Interpretación en la Universidad de Málaga y también pasó dos años en el extranjero, trabajando como au pair en Heriot, un pueblecito cercano a Edimburgo. Tiene 25 años y es coordinadora de guías turísticos y responsable del punto de información turístico en el que trabaja en Córdoba.

Coincide en que el estilo de vida en las zonas rurales es más saludable y tranquilo. “El contacto con la naturaleza es otro gran punto a favor de los pueblos. Creo que crecer rodeado y en contacto con el medio ambiente nos hace ser más felices. También la cercanía con tus vecinos y la familia”.

Sin embargo, subraya la falta de oportunidades, especialmente en lo que se refiere al empleo. “En la mayoría de las ocasiones, los jóvenes tenemos que marcharnos fuera de nuestros municipios para poder trabajar”. También lamenta las carencias en lo que se refiere a estudios universitarios y formación profesional.

Las chicas y chicos entrevistados suelen recurrir a los servicios de información juvenil para conocer oportunidades formativas, culturales y de ocio, así como viajes y experiencias en el extranjero.

En cuanto a las medidas necesarias para dar más recursos a la juventud en las zonas rurales, todos hablan de la necesidad de mejorar las comunicaciones, el transporte y las tecnologías, así como de potenciar el turismo rural.

También coinciden en la necesidad de facilitar la creación de empleo. Darío y Paula consideran que se debería incentivar el emprendimiento y que se tiene que ofrecer apoyo a las personas jóvenes.

Belén piensa que “desde los ayuntamientos de los pueblos se debería ayudar a crear puestos de trabajo. Esta es la única manera de que las zonas rurales no se acaben despoblando y de que los jóvenes que tanto amamos nuestros pueblos y sus gentes, no tengamos que marcharnos para encontrar un trabajo”.

Coincide con Pilar, que destaca la necesidad de que los municipios y las empresas ofrezcan prácticas para que los estudiantes tengan un primer contacto con el mundo laboral sin necesidad de dejar sus pueblos.

Por lo que respecta a los estudios, cree que los centros deberían ir ampliando progresivamente su oferta a ciclos medios y superiores.

Pablo considera que “en general, es necesaria la implicación de las instituciones para incentivar la vida rural, ya que ellas son las principales beneficiadas de todas estas mejoras, ya que no se seguirán despoblando”.

Con la colaboración de Eva María Llergo Sánchez, responsable del Centro de Información Juvenil de El Viso, y de Ángela Cruz Luna, responsable de Eurodesk-Europe Direct Córdoba.

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